Historia

La opinión más común sustentada hasta aho­ra es que «villares» venía a significar en los siglos XV y XVI «cortijada» o población rural disemina­da.

Primeros intentos de repoblación

La situación fronteriza de Jaén, entre 1246 y 1485, no permitía la repoblación de la zona sur de la capital al existir castillos como Cambil, Alhabar y Arenas, ocupados por musulmanes, que realizaban frecuentes incursiones, inestabilidad fronteriza que perduró durante los siglos XIV y XV.
La conquista en 22 de septiembre de 1485 de las fortalezas de Cambil y Alhabar, la ocupación del castillo de Arenas en 1486 y el fortalecimiento con ello de Pegalajar y Huelma, acabó por asegurar la frontera posibilitando la repoblación de una zona hasta entonces muy insegura.
Despejado el peligro, los Reyes Católicos expiden en Úbeda, el 18 de noviembre de 1489, una real cédula para repoblar los márgenes del río Eliche, creándose una población en los cortijos de los Villares, para revitalizar económica como demográficamente esa zona.
El proyecto se dilató hasta que el 4 de marzo de 1494, una vez conquistado el reino de Granada, volvió a reactivarse repartiéndose veinte vecindades a otros tantos moradores de Jaén, con la obligación de que construyeran sus casas y comenzaran la roturación de las tierras adjudicadas.

Sin embargo, los colonos, una vez adquirida y legalizada la propiedad de la tierra, no cumplieron el compromiso de levantar casa alguna; siguieron viviendo en Jaén y sólo acudían temporalmente a la sierra cuando el laboreo lo exigía.

Ello dio lugar a que se presentaran denuncias al Consejo de Castilla en los años de 1498 y 1499, por parte de algunos miembros de la oligarquía jiennense que se oponían a la colonización de la sierra.

Los opositores, consiguieron que el Concejo de Jaén se desdijese de su proyecto colonizador y determinara que las tierras de la Sierra Sur y las riberas de los ríos Frío y Eliche quedaran como zonas de reserva de pastos con la que los ganaderos de Jaén tuvieran asegurado el sustento de sus nutridos rebaños e incluso pudieran beneficiarse con algunos gajes más, tales como el carboneo, la saca de leñas, el aprovechamiento de colmenas, etc.

El proyecto no llegó a buen término, de un lado, por el fraude de los nuevos colonos a los que se le entregan las vecindades, y de otro, por los intereses privados de la Cofradía de Santo Domingo de los Pastores, organización ganadera con gran influencia en la ciudad, que temía que la colonización de la sierra y la posterior roturación de los baldíos limitara la disponibilidad de pastos abundantes y baratos.

Origen y fundación de Los Villares

El origen de Los Villares hay que buscarlo en la real cédula de Doña Juana I de Castilla dada en Burgos de 17 de marzo de 1508 concediendo licencia al Concejo de Jaén para la fundación en la Sierra y baldíos del Concejo de Jaén de siete de poblaciones en otros tantos lugares, entre los que se encontraba el cortijo de los Villares.

La repoblación de la sierra de Jaén se justifica, según el Libro de la Fundación:
“porque a causa de estar la dicha Sierra despoblada esa dicha Ciudad no se podrá aprovechar de ella, e porque los caminos serían más seguros”.
Los Villares, era un lugar donde se podían establecer 300 vecinos, que se aprovecharían del Cerro del Viento, Hoya Vellida, las faldas del Puerto Viejo, con las Moraledas y las vertientes de Jabalcuz, el cual tenía mucho riego para tierras de pan, y para huertas, y viñas, e higueras, y olivares, y molinos; en el cual parece haber antiguamente población y está de esa dicha ciudad legua y media.
Sin embargo, la colonización no se llevó a cabo por una serie de litigios a causa de las contradicciones en el seno del Concejo de Jaén y la fuerte oposición de la cofradía ganadera de Santo Domingo de los Pastores, de gran influencia en la ciudad.
La colonización sufrió un parón de 30 años. Por fin, el 12 de marzo de 1539, desde Toledo, se nombra juez repartidor al madrileño Juan de Rivadeneyra que llevaría a feliz puerto la empresa colonizadora. Del proyecto inicial, solo se mantendrán cuatro lugares Campillo, Mancha Real, Valdepeñas y Los Villares, reduciéndose el número de vecinos para Los Villares a 166, en lugar de los 300 anteriores.
Llegado a Jaén, el 16 de abril, sale de la ciudad al lugar que dicen de los Villares, estableciendo su base de actuación en la casa de la Misericordia de la Huerta de la Misericordia en los Villares.
Tras recorrer distintos lugares de la sierra, los maestros alarifes Juan Requena y Bastián Ruiz presentan su informe en el que dicen que el lugar más adecuado para establecer la población, a su parecer, es el de Los Majanos. El hecho de que los Majanos, montículo entre los ríos Eliche y Frío, perteneciese a los Propios de la ciudad de Jaén, provocó un nuevo litigio entre la ciudad y los pobladores.

El 22 de abril, Juan de Reolid declara la traza, con plaza y seis calles y señala espacio para los servicios comunales (Casa para el Concejo, parroquia, pósito, cárcel, hospital, molinos…).
Entre los días 12 y 15 de mayo se procede a amojonar el término con dieciséis mojones.

El 28 de mayo, en los Majanos, conforme a los usos y ordenanzas de Jaén, el juez Rivadeneyra procede al nombramiento de los que han de regir la nueva villa de Los Villares.
Se eligen como alcaldes ordinarios, por dos años, a Pedro García Serrano y Francisco Fernández de Pedro Alonso; alguacil a Diego de Vargas; jurados a Pedro López Colmenero y Alonso Gutiérrez Peña; mayordomo a Alonso Martínez Zamarrón. Y escribano del Concejo a Antonio de Villarreal.
El 4 de junio, en Toledo, Carlos I dictaba una real provisión zanjando definitivamente el problema de que los Majanos perteneciesen al término de Jaén, señalando que esta pérdida podría ser compensada por otro terreno de la sierra.

Por fin, el 11 de junio de 1539 el juez Rivadeneyra ordenó, en nombre de Su Majestad el Rey Carlos I, que se declarase fundado el lugar de Los Villares:

“…se haga e funde el dicho lugar de la cantidad de vezinos que oviere tierra para dalles, que la dicha executoria manda que allí se pueble, el qual se llame los Villares, y la iglesia de el vien aventurado señor San Joan Bautista, que es abogado del dicho pueblo…”.
Un día después de la fundación, el 12 de junio, por Melchor de Cañete, alguacil de la ciudad de Jaén, se daba posesión a Pedro López Galán, del lugar de Torredelcampo, del primer solar de la nueva población de Los Villares.

DE LA FUNDACIÓN A LA INDEPENDENCIA DE LA CIUDAD DE JAÉN

Tras la fundación, Los Villares quedó agregada a la jurisdicción de Jaén pasando a engrosar las aldeas de dicha ciudad.

Los frecuentes roces con el Concejo de Jaén por cuestiones de lindes, intereses económicos y fiscales, y sobre todo por el uso de los espacios comunes, llevó a Los Villares a emprender un proceso de emancipación que le liberara de su condición de aldea y le convirtiera en villa, lo que se traducía en una aceptable cuota de autogobierno municipal con la consiguiente autonomía.

Los roces y pleitos entre la ciudad de Jaén y el lugar Los Villares, se circunscribían principalmente al uso de los espacios comunes –Pandera y Jabalcuz-, y a la intromisión del concejo ciudadano en la designación de oficiales del concejo de la aldea.

El privilegio de villazgo suponía el pago de elevadas sumas a la Real Hacienda, pero el sacrificio lo merecía pues se conseguía así jurisdicción propia evitando la intromisión de los regidores de Jaén en los asuntos privativos del pueblo y la natural libertad para gestionar los recursos propios.

Este sentimiento, fue el que hizo que Mancha Real consiguiera la emancipación en 1557, Valdepeñas en 1558 y Campillo de Arenas en 1559.

Los Villares, fuertemente mediatizado por algunas oligarquías de la ciudad, no consiguió su emancipación hasta fecha tan tardía como 1630.

El proceso de emancipación de la ciudad de Jaén se inicia cuando Felipe IV, precisado de recursos para mantener la Guerra de Flandes (conocida como la Guerra de los Ochenta Años), por Real Cédula de 17 de mayo de 16251, solicitaba un donativo de 250 mil maravedís al Concejo y Justicia de Los Villares, como pago previo a conseguir su independencia de la ciudad de Jaén.

Ante la dificultad de hacer frente a una suma tan elevada, el rey accede, en 1626, a la petición del Concejo de Los Villares de romper, a labor de pan, las tierras baldías que había en el sitio de Los Charcones desde lo labrado al barranco de la Moza y los Linarejos, y usar su arrendamiento durante cuatro años para pagar el donativo.

Finalizado el plazo de cuatro años de arrendamiento de las tierras de los Charcones, y pagado el donativo de 250.000 maravedíes, por Real Cédula de 15 de mayo de 1630, el rey Felipe IV concedía a Los Villares el privilegio villa y la independencia de la ciudad de Jaén.

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